¿Dónde está Dios cuando sus hijos parecen abandonados por las inclemencias, violencias y maltratos de un mundo que no los acepta?
(Por Leo Calabrano)
Scorsese, uno de los grandes maestros del cine moderno nos trae una difícil y reflexiva visión del cristianismo en momentos de crisis: ¿Dónde está Dios cuando sus hijos parecen abandonados por las inclemencias, violencias y maltratos de un mundo que no los acepta?.
Esa es la pregunta que expone en varias aristas la cinta, sin necesariamente explicarlo de forma absoluta, porque probablemente no existe una respuesta única o suficiente. El film muestra a dos padres jesuitas cuando son enviados a un Japón en pleno siglo XVII a buscar a un importante misionero del que se piensa ha rechazado la fe en dichas tierras. El conflicto va más allá del misterio propuesto, y toca temas como el poder del arrepentimiento (o cuando es verdadero), la resilencia de gente religiosa, la brutalidad de un sistema que no avala una opción de fe y el origen de dichas circunstancias, e incluso llega a tocar un punto de sumo interés, que es la forma en que un país culturalmente muy desarrollado (estamos hablando de un país con milenios en sus espaldas) toma las enseñanzas occidentales y las intenta adoptar a su realidad. El desarrollo de la historia es pausado, con un comienzo con cierto misticismo con escenas llenas de neblina, con implicancias de gran trascendencia (grlte por el uso de la naturaleza como arma o como barrera al paso de ideas foráneas en un país cerrado), con una de las mejores fotografías de la filmografía de Scorsese.
Por ratos duele ver el desarrollo de la historia, en que personas con verdadera hambre por conocer esta verdad exponen sus vidas a riesgos mortales con tal de acercarse a éste Dios prometido como verdadero y más próximo a nuestra humanidad. El nivel de sacrificio y entrega por su fe emociona, emociona a los padres jesuitas, me emociona a mi como cristiano que soy y de seguro puede emocionar a cualquiera que entienda de sacrificios en pos de algo que se considera mayor. La cinta no tiene escapes fáciles ni respuestas sencillas cuando se plantea sobre un silencio divino en momentos así (símil a lo ocurrido con Jesús en la cruz, segundos antes de morir), aunque también nos recuerda que en momentos de silencio es también posible oír su Voz. ¿O se refiere al silencio de aquellas voces apagadas por la persecución?. El film tiene una segunda mitad menos intensa y fluida, quizás por caer en la resolución obvia a uno de sus misterios, y con un antagonista de peso por liderazgo y poder político que intenta darle más contexto y comprensión al lado japonés de este “dilema”, pero la caracterización por ratos peca de caricaturesca. Hacia el final se obtienen nuevas fuerzas con un mayor y más poderoso misterio, el del corazón y el alma de una persona, y que es lo que está ocurriendo en ella pese a que se le obligue a negarse a si misma o su arraigada fe. Es una hermosa reflexión, de que finalmente en los silencios, en la voz interior de cada uno está nuestro verdadero ser y eso nada ni nadie nos lo puede arrebatar.
Silente es una cinta de largo metraje, con preguntas complejas y respuestas no evidentes que obligan a reflexionar al respecto de ellas, como todo cinta inteligente, envueltas en una ambientación opresiva, por ratos claustrofófica, con excelentes actuaciones y una fotografía de las más altas en la filmografía del tío Marty. No es un film sencillo de ver ni creado necesariamente para entretener, sino que para cuestionarse sobre la relación de la cultura y la religión, de la fe y de ese Dios tan cercano (y que por ratos pareciera distante) y de lo apasionante de una fe y de un corazón entregado a una creencia (o quizás lo sacrificado y antinatural de lo mismo, según el punto de vista). Excelente y durísima cinta, aunque no sencilla de ver por su duración y su temática (9-/10).
Trailer:
Comments