Especial, único y notable, Roma es un film tan bello como esencial dentro del cine del 2018 y el cine moderno en general. Un triunfo audiovisual, inmersivo, lleno de detalles mínimos con un cuidado impresionante de la recreación de un pasado que se siente más que autobiográfico, universal. Es la oda de Cuarón a su infancia, a su tierra natal, a las mujeres de su vida que lo forjaron y su resilencia, a la raza indígena de su país y a las heridas culturales y espirituales de sus habitantes. #7 de la década 2010-2019.
El nuevo film de Alfonso Cuarón, quien dirigió, editó, fotografió, escribió y produjo este film, no es lo que esperaba la primera vez que lo vi. Tras la ambición 3D y metafórica de Gravity o el universo grisáceo pero posible de Children of Men, Roma nos sorprende con algo tan íntimo, personal y épico en su presentación como un film puede llegar a serlo. Es un relato sin "grandes ambiciones" (ojo con las comillas), pues trata por sobre todo sobre la vida de una familia y sus sirvientas indígenas y como son relevantes en la vida de cada uno de sus integrantes, con un rol protagónico y además debut de parte de su asesora del hogar de origen mixteco (una increíble Yalitza Aparicio).
En sus momentos de intimidad encuentra fuerza, belleza, nostalgia y amor puro, y en sus momentos de más expresividad narrativa es sencillamente inolvidable (una escena de un parto, el de una revolución o el climax en una playa, como ejemplos obvios), pero es la cotidianidad la que brilla durante todo su trayecto: Perros, organilleros, pájaros y conversaciones a la distancia (el trabajo de sonido por Dios!!, es de una pureza y perfección impresionante). Cleo, la protagonista, y su amiga Adela, conversando en Mixteco. Un abrazo por la espalda y un auto que disrumpe la organización de una banda. La banda, que continúa como si nada. Varias idas y ausencias al cine. Hombres espaciales y afiches del Mexico 1970. Un disfraz espacial a la talla vs un tacho de basura como reemplazo en otro extremo de la ciudad. Caca en el patio, y desayunos/discusiones con tus hermanos. Seudo-filosofías y objetivos oscuros de una comunidad. Una conversación detrás de una puerta. Un trago por nuevo año, quebrado en el suelo. Fuego (s) ¿artificiales o provocados? Revueltas sociales y represión gubernamental. Un "Te queremos Cleo..." y una sonrisa tras el ventanal de un auto. Son tantos pero tantos los detalles contextuales con que Cuaron en base a sus recuerdos y casi sin guión decidió reconstruir el Mexico de los 70', el de su infancia en el barrio Roma, de ese donde creció junto a sus hermanos, donde un padre se desvaneció, pero donde brilló con eterna maternidad y amor su madre y su "nana". El proceso fue el de representar sensaciones más que diálogos específicos, y asimismo fue que Cuaron construyó su film junto a sus actores. La historia podría pasar por sencilla, pero representar la vida misma es algo que pocos virtuosos han intentado y logrado, y la nostalgia por una vida ni siquiera vivida (pero con puntos en común a la nuestra) es inmensa en la cinta. Cada escena es una historia, una memoria y un golpe a la historia personal que muchos humanos compartimos. Cuarón como excelente cineasta la mayor parte de las veces "muestra y no cuenta". Varias veces incluso "homenajeando" su propio cine previo.
Desde un punto de vista visual y artístico, el film es una joya absoluta, en un blanco y negro esplendoroso, con una atención al detalle en su dirección artística que impresiona y una cinematografía a cargo de Cuarón que nunca deja de ser tan inteligente como atractiva. La reconstrucción de cuadras del condado de Roma, con cada tienda, organillero, puesto de frutas y verduras, autos, vestuario ad hoc, forma del lenguaje y estilo visual de la época permite que cada revisión amplíe la comprensión y valoración de cada escena, porque finalmente cada toma es una obra de arte de replicación de la memoria y de la vida, que obliga a la disección eterna de su contenido. Pero es el foco humano el que más deja al fin y al cabo, en una cinta que transuda memorias, recuerdos y la vida misma de forma brillante. Es un homenaje a su infancia, a su país, a su familia, a las mujeres de su vida y al nacimiento de su crítica social como persona, donde hay tanto énfasis en lo íntimo y personal de cada vida, como en lo grandilocuente y épico de ellas en su contexto histórico. Nuestras vidas se moldean bajo los sucesos culturales (como por ej. un terremoto o una revuelta estudiantil; o en nuestro caso actual, una pandemia), y no podemos escapar a ellos, pero sigue primando el poder del espíritu humano para concebir esperanza y una razón para continuar. Hacia el final de la cinta esto queda más que claro.
Roma es una obra maestra absoluta. Por ahora, solo me quedo con momentos, con imágenes, muchas veces sin diálogos, pero que lo dicen todo, sobre la vida, sobre la familia, sobre la resilencia, sobre lo heroínas que son las mujeres en el mundo, sobre lo pequeño que somos en relación a nuestro entorno y contexto, pero lo inmensos que podemos ser hacia los nuestros. Una absoluta joya del 7mo arte.
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