La nominada a 6 Oscars (Mejor film, director, guión, actor principal, entre otros) es un film de lucidez extraordinaria sobre la adultez mayor, repleta de matices pese a su paradójica fotografía en blanco y negro y con un guión plagado de humor, gracia, belleza y naturalidad, resaltado por preciosas y perfectas actuaciones, una banda sonora encantadora y una fotografía que la asemejan a un clásico eterno, de esos que nos llenan de nostalgia inmediata. Es un milagro cinemático que llena el corazón y me recuerda a la vida misma (Por Leo Calabrano)
El nuevo film de Alexander Payne, más conocido por sus multinominadas y aclamadas Sideways y The Descendants, nos presenta nuevamente un micromundo de personas normales en situaciones particulares. Y una vez más lo logra con impresionante naturalidad, excelente desarrollo de personajes y una historia fantástica. En pocas palabras, éste es un film magnífico, que tal cual me ocurrió con Frances Ha, no puedo por la vida misma, encontrarle una falta. Es un 10 cerrado.
Un anciano alcohólico y con evidencias de Alzheimer, claramente agotado de su propia vida, encuentra una razón para proseguir al enterarse que es el flamante ganador de un millón de dólares, al menos según un cupón de una revista, y para obtener su premio, deberá viajar desde su pueblo en Montana a Lincoln, Nebraska (a más de 1000 kms de distancia). El tema se complica cuando toda la familia le asegura que el tema no es más que una farsa, y por otro lado, que el anciano en contra de todo pronóstico y apoyo, está decidido a hacer el viaje, aunque sea a pie, como lo demuestra el inicio del film. De su familia, el único que termina cediendo es el hijo menor, quien se suma a la jornada de conocimiento mutuo y bella exploración de lo que representa la vejez, las relaciones de familia, la nostalgia, y el peso del remordimiento.
El film triunfa por nunca despegarse de sus personajes, y presentarlos como personas tridimensionales, con pequeños y abundantes detalles que vienen a llenar los huecos de lo que podría ser solo un actor leyendo su guión. La presentación de la familia de clase baja y media de los sectores ganaderos y agricultores de EE.UU. es representado con respeto, gracia y realismo. Y si a eso se le suma, su brillante (pero brillante) guión, plagado de notas de humor, de detalles que todos reconoceremos en nuestras propias familias, de situaciones tan comunes como chistosas, y de una solemnidad y viveza en todo lo mostrado, es imposible no hablar alabanzas de este film y de su guionista y director.
Su banda sonora y cinematografía son espléndidas, ambas dignas de recibir premios de cualquier Sindicato que se respetara a si mismo (al menos la 2da recibió una nominación en los Oscars). Las actuaciones, especialmente de la familia principal son todas excelentes. Aún más, el papel que hace Bruce Dern, un actor de más de 80 años, al representar al octogenario, es maravilloso, al dotar de vida a un anciano que muchos hemos conocido en nuestras familias o familias de amigos, y que muy a pesar de lo agotador o ausente que pueda ser, sigue siendo una presencia digna de ser recordada. Esas escenas donde aparece durmiendo siesta en las tardes son iguales a mi abuelo descansando post-almuerzo, o otras discutiendo con su también anciana esposa me recuerdan a una tarde cualquiera en el hogar de mis tatas, y nada me puede quitar el gozo de verlas en un film como éste. Son detalles, pero que maravillosos detalles.
Ésta es una historia de remordimientos, dudas, olvidos, descubrimientos personales entre padre e hijo, y una oda de respeto y defensa de incluso un personaje con faltas, pero también no reconocidas fortalezas. Hacia el final de la cinta es muy difícil no llorar de alegría con uno de los mejores cierres que recuerde en mi vida de cinéfilo. Es perfección absoluta.
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