Siempre he amado el género de la ciencia ficción. Cuando pequeño era porque me hacía soñar con horizontes más amplios, con culturas extraordinarias y ajenas a la nuestra o simplemente por el festival de efectos visuales que generalmente incluyen sus cintas. Conforme fui creciendo fui entendiendo el meollo de su existencia. De pronto se diferenció de la acción y tomó su propia importancia.
Por Leo
De pronto el énfasis ya no eran las escenas de persecuciones o explosiones y se abría ante mi mirada un universo de ideas, reflexiones y analogías con nuestra realidad. De pronto los mejores films de ciencia ficción empezaron a ser aquellos que me obligaban a explorar nuestras circunstancias más humanas y terrenales, nuestras pifias como "terrícolas", nuestras falencias como especie y como sociedad y los temores a que en algún momento la tecnología nos arrebate el control de las cosas o nuestra tan preciada "humanidad". Así funciona con "Planet of the Apes", "2001", "Matrix", "Blade Runner", etc.
Corría el año 2012 y un director de un par de cintas y de 2 muy especiales capítulos de Breaking Bad liberaba el trailer de un nuevo film. Meses después la crítica lo avalaba con excelentes reviews. Y días después me encontraba sentado en una butaca de cine, esperando ver de que se trataba toda esta conmoción.
Dos horas después, con mi cabeza ya explotada y mis circuitos a mil por hora analizando lo recién visto, salía del cine con un nuevo favorito.
Looper de Rian Johnson (meses después director de Ozymandias, probablemente de los mejores capítulos de la historia de la TV, sin exagerar) nos cuenta la historia de un futuro en que la mejor forma de eliminar personas por encargo de mafias es enviarlas al pasado y que un "sicario" se encargue de matarlas y hacerlas desaparecer. Sin cuerpo ni evidencias en el presente, el crimen es perfecto. Joe, nuestro protagonista se ha ganado la vida cargándose gente, juntando dinero para un futuro mejor. El problema ocurre cuando el encargo del día es su "yo del futuro", y peor aún, no logra hacerse cargo de su misión. Una persecución "a si mismo" se convierte en una mirada personal e introspectiva de su persona, y si bien la primera media hora es una introducción impecable a este mundo y sus personajes sin perder en intensidad, lo que ocurre a posterior no es nada menos que un triunfo de narrativa, construcción de mundo, creación de conflicto, uso de herramientas literarias y finalmente un análisis crítico y sorpresivo del destino, el origen de la maldad en las personas y un cuestionamiento directo a si es posible cambiar nuestro mundo y de quien depende. Prefiero dejarles las sorpresas a uds, pero la inocencia y la figura maternal son focos que toman una significancia única en la 2da mitad del metraje, símil a grandes guiones de la década, en que es casi imposible predecir los resultados de cada acción.
El film además tiene un ojo por lo visual y varias escenas son espléndidas en ese apartado, indelebles de la retina (este tipo nos trajo el Star Wars más atractivo de toda la saga en ese sentido, como otro ejemplo de sus capacidades), siempre manteniendo un sentido de urgencia, misterio y trepidante acción en sus momentos más intensos. Es lo mejor de varios mundos (ciencia ficción, drama, acción, suspenso y hasta una escena con tintes de terror evidentes) y el film sabe sacarle partido a sus fortalezas. Es un film redondo y uno de los mejores ejemplos de su género.
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